viernes, 28 de octubre de 2022

UNA FUERZA QUE CURABA A TODOS

 Lc 6,12-19

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
UNA FUERZA QUE CURABA A TODOS
Nos dice el evangelio de hoy que salía de Jesús una fuerza que los curaba a todos. Y era una fuerza suave y entrañable.
Parece una contradicción, pero la fuerza de Dios es el poder del Espíritu, sencillo como una paloma.
Que un poco de esa fuerza, de ese Espíritu también nos llegue a nosotros para poder ser bálsamo para los demás.

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