domingo, 9 de octubre de 2022

XXXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Lc 17, 11-19

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

LEPRA

La lepra era la enfermedad maldita en tiempos de Jesús. Nadie quería acercarse a ellos, tenían que esconderse, los confinaban en sitios muy apartados y cubrían sus cuerpos y rostros a las miradas y conciencias de los demás. 

En los tiempos actuales también existen muchas clases de lepra, personas que se esconden por vergüenza y se confinan voluntariamente para no "herir" miradas y conciencias. ¿Y nosotros? ¿Somos misericordiosos o nos siguen hiriendo las "lepras" de nuestros hermanos?

Y aun así, la fe sigue salvando a todos, a nosotros también, de las "lepras" cotidianas. Demos siempre gracias a Dios, demos gracias por hacer posible la vida que nos ha regalado. Demos gracias por la vida.

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