jueves, 9 de noviembre de 2017

EL ADMINISTRADOR INJUSTO

Lc 6, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?"
Este respondió: "Cien barriles de aceite".
Él le dijo: "Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta".
Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?".
Él dijo: "Cien fanegas de trigo."
Le dice: "Toma tu recibo, escribe ochenta".
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».

LOS HIJOS DE LA LUZ
La luz ilumina, nos hace ver con claridad y, a veces, da un poco de calor. Si somos hijos de la luz seremos para los demás esa claridad y ese calor.
No somos hijos de la noche, sino hijos del día. Somos discípulos de Aquel que es Luz de Luz y que ilumina con su vida y sus palabras a toda la humanidad.
Seamos luz, calor, claridad, transparencia sin oscuridad ninguna. Que todo aquel que se acerque a nosotros reciba esa Luz de Cristo que existe en nuestro corazón.



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