martes, 14 de noviembre de 2017

ENTRE SAMARIA Y GALILEA

Lc 17, 11-19
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes».
Y, sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera dar gloria a Dios más que este extranjero? ».
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

ALABANDO A DIOS
En el evangelio de hoy Jesús cura a diez leprosos, pero solo uno alabó a Dios con grandes gritos y se lo agradeció. Alabar a Dios y darle gracias son expresiones de amor.
Reconocer y agradecer la presencia de Dios en nuestras vidas, en la vivencia del amor al prójimo, en lo cotidiano y no tan cotidiano de la realidad que vivimos es nuestra respuesta a tanto don recibido.
Mientras vamos de camino demos gracias a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros, todo lo que nos da desde su amor desinteresado e incondicional hacia nosotros.


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