sábado, 9 de marzo de 2019

SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA

 Lc 5, 27-32
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y los escribas diciendo a los discípulos de Jesús: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

PUBLICANOS Y PECADORES
La mayor acusación que podían hacerle a Jesús es que comía con publicanos y pecadores. ¿Es que pensaban que iba a hacer algo diferente a eso?
Jesús nunca hizo acepción de personas porque nos conoce, sabe quiénes somos antes de nacer y nos ama hasta el extremo desde entonces.
Nosotros, acusando a Jesús de hacer el bien. Incomprensible. Nosotros, acusando a nuestro prójimo de hacer el bien. Incomprensible también.



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