domingo, 31 de marzo de 2019

UN FUNCIONARIO REAL


 Jn 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:«Un profeta no es estimado en su propia patria».

Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis». El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño».

Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive».

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».

El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.


CREYÓ Y SE PUSO EN CAMINO

Creer no es fácil, ni nadie dijo que lo fuese. Creer en Jesús, en su vida y milagros, en su Muerte y Resurrección puede que tampoco.

El funcionario real del evangelio de hoy, después de que Jesús curase a su hijo, creyó y se puso en camino. Creer y ponerse en camino son dos acciones correlativas.

Quien cree debe ponerse inmediatamente en camino para compartir con los demás la maravilla de creer en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. 




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