miércoles, 14 de septiembre de 2016

FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

Jn 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».


TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO


En la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz la liturgia nos recuerda la manera en cómo Jesús se entregó por nosotros, por todos, y de qué manera.

La Cruz, la santa Cruz es adorada y exaltada por ser el trono donde Jesús reinó. Muriendo, reinó; entregándose absolutamente como víctima inocente, reinó y su trono fue un madero. 

La cruz distingue a los cristianos por ser un lugar de entrega y sacrificio, por ser un lugar santo en el que se definió el amor. El amor de un Padre a su Hijo, y de ese Hijo a toda la humanidad. Amando hasta el extremo. 



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