sábado, 17 de septiembre de 2016

SALIÓ EL SEMBRADOR A SEMBRAR

Lc 8, 4-15

En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron.
Otro parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad.
Otro parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron.
El otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significa esa parábola.
Él dijo: «A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, "para que viendo no vean y oyendo no entiendan".
El sentido de la parábola es éste: la semilla es la palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.
Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, lo guardan y dan fruto perseverancia».


LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS


Jesús siempre tiene algo que enseñarnos con sus parábolas. En la parábola del sembrador deja bien claro que la semilla que siembra es la Palabra de Dios.

Y esa es la semilla que tenemos que sembrar, sencillamente. La Palabra de Dios debe tener un eco en cada corazón, en cada vida. La Palabra siempre nos enseña que Dios quiso comunicarnos su amor rebajándose a hacerlo en nuestro lenguaje.

¿Cabe más amor? Y ese querer comunicarse con nosotros debe tener una respuesta por nuestra parte, esa revelación de su amor a nosotros tiene como respuesta la fe. Fe en su Palabra, que escuchamos con corazón noble y generoso, guardándola y dando frutos de perseverancia.


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