jueves, 1 de marzo de 2018

EL MENDIGO Y EL RICO

Lc 16,19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: "Padre Abrahán, ten piedad de mi y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. "

BANQUETEABA CADA DÍA
Parece que la historia se repite. En el evangelio de hoy uno de sus protagonistas banqueteaba cada día y al otro los perros le lamían las llagas.
Después de tanto tiempo pareciera que no ha cambiado nada. Hoy muchos banquetean cada día mientras otros no tienen nada.
Compartamos lo que tenemos con los que no tengan nada. Compartamos nuestros dones con aquellos que pueden recibirlos. 


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