viernes, 16 de marzo de 2018

ESTE ES EL MESÍAS

 Jn 7, 40-53
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta».
Otros decían: «Este es el Mesías».
Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?»
Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron: «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.

JAMÁS HA HABLADO NADIE COMO ESE HOMBRE
Ya lo decían sus contemporáneos. Y en esta ocasión lo decían los guardias del templo, que no se destacaban precisamente por ser amigos de Jesús.
Nunca ha hablado nadie como Jesús. Él, que era la Palabra, cautivaba con su conversación, con cómo hablaba y de lo que hablaba.
Y aun hoy, sigue cautivando, nos sigue llamando la atención lo que dijo, que lo dijo para entonces y para nosotros. Atendamos a sus palabras porque jamás ha hablado nadie como Él. 



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