sábado, 31 de marzo de 2018

SOLEMNIDAD DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Jn 20, 1-9
 
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
 
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
 
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto»
 
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
 
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
 
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
 
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.



¡ALELUYA! ¡RESUCITÓ!

Después de tres días de espera, de miedo, de incertidumbre, de soledad, de recuerdos... la noticia que trajo María sobre la Resurrección de Jesús era increíble.

No creyeron hasta que vieron. Corrían hacia el sepulcro queriendo creer con todo su corazón que lo que había contado María era verdad.  ¡Y lo era! 

Ya nada sería igual, ya nada podía ser igual. ¡Jesús ha resucitado! Que para nosotros ya nada sea igual en nuestras vidas.

 ¡Feliz Pascua de Resurrección!




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