miércoles, 7 de marzo de 2018

EL REINO DE DIOS HA LLEGADO A VOSOTROS

 Lc 11, 14-23
En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. El, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y se cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

LA MULTITUD SE QUEDÓ ADMIRADA
Quizá es una característica que se nos pierde, la admiración. Ya no tenemos capacidad de admiración, nada nuevo nos llama la atención o la llama durante unos segundos.
La multitud que seguía a Jesús se admiraba, quedaba atónita ante la vida, las palabras y los hechos de Jesús. Y esto les servía para aumentar su fe en él.
¿Cuántas veces nos admiramos de Jesús, de su Palabra? La riqueza de las Escrituras es un brocal al que asomarse para perpetua admiración nuestra. Admirémonos con la Palabra.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.