domingo, 28 de julio de 2019

XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


 Lc 11, 1-13

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en la tentación"».

Y les dijo: «Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:
"Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle"; y, desde dentro, aquel le responde:

"No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos"; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.

¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?»


CUANDO ORÉIS DECID: PADRE

En este domingo todas las lecturas nos hablan de la oración. Aunque estemos en tiempo estival no debemos descuidar el trato frecuente con Dios. Nos dice Jesús que cuando oremos nos dirijamos a Dios llamándole Padre. Ya en el Génesis Abraham nos da pruebas de su misericordia cuando se lo pide en la oración. 

Y es que Dios siempre nos escucha en la oración, como nos dice el Salmo. Dando gracias, suplicando, invocando su misericordia y su defensa frente a todo lo que no sea Él. Siempre será nuestro Salvador, borrando el protocolo que nos condenaba clavándolo en la Cruz, como bellamente nos escribe san Pablo. 

Jesús nos recomienda rezar y, a veces, es lo que más se nos olvida. Sí, debemos practicar la misericordia con el prójimo, pero la base personal es tener ratos de oración personal y trato con Dios. Dos caras de la misma moneda: el amor. 



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