viernes, 22 de noviembre de 2019

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO. XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Lc 23, 35-43

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús, diciendo:
«A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
Había también por encima de él un letrero:
«Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».
Y decía:
«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
Jesús le dijo:
«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

CRISTO REY

La Solemnidad de hoy nos recuerda quién es en verdad el que rige el universo y nuestras vidas. Por amor, siempre por amor. San Pablo hoy, en la lectura de la Carta a los Colosensen llama a Jesús "el hijo de su amor", hablando del Padre. Todo creado por Él y para Él. Es Rey y su Reino no tendrá fin.

Según nos dice el Salmo, celebremos el nombre del Señor. No es un rey como los de la tierra, sino que es un Rey misericordioso y bueno que desea que su Reino se extienda, no terrenalmente, sino en nuestros corazones y desde ahí llevemos la paz al mundo.

Pero la paz por la sangre de su cruz, como sigue la Carta de Colosenses. Reinó, pero en una Cruz. Reinó, pero su corona fue de espinas. Reinó, y tuvo que morir para ello sembrando de paz el mundo. Seamos sembradores de esa paz que nos vino por el trono de su Cruz. 



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