domingo, 10 de noviembre de 2019

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Lc 20, 27-38

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron cono mujer».

Jesús les dijo: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.

Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».


PARA ÉL TODOS ESTÁN VIVOS

Noviembre es un mes en el que recordamos especialmente a los que ya no están físicamente con nosotros. Para Dios están todos vivos, aunque nuestra razón y nuestro corazón no lo entiendan del todo. Más allá de la vida y de la muerte, de nuestra existencia terrena hay Alguien que sigue amándonos hasta el extremo.

Resurrección es esperanza y esperanza viva. "Al despertar me saciaré de tu semblante", esta certeza del salmo de hoy es la que alimenta esta esperanza en nuestro vivir en Cristo que es la vida eterna. San Pablo invita a dar gracias a Dios por darnos una esperanza incorruptible, vivir eternamente junto a Él.

Dios nos ha creado para la vida. Y lo mejor de nuestra vida está por suceder: encontrarnos con Él cara a cara y cuando así sea nos fundiremos con Dios en un abrazo eterno. 


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