domingo, 9 de agosto de 2020

SE POSTRÓ ANTE ÉL

 Mt 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.

SE POSTRÓ ANTE ÉL

Postrarse ante Dios, pedir su misericordia, que nos inunde su amor y su bendición fue lo que hizo la protagonista del evangelio de hoy.

Postrarse de rodillas ante el Sagrario, suplicar por que la misericordia reine en el mundo puede ser una buena decisión en nuestra oración diaria.

Postrarse es confiar en Dios, que todo lo puede. Postrarse ante Dios es poner todo en sus manos. 

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