sábado, 25 de marzo de 2017

IV DOMINGO DE CUARESMA. DOMINGO LAETARE

Jn 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38

En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?».
Unos decían: «El mismo».
Otros decían: «No es él, pero se le parece».
El respondía: «Soy yo».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo».
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».
Él contestó: «Que es un profeta».
Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?».
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es».
Él dijo: «Creo, Señor».
Y se postró ante él.


CREO, SEÑOR


Hoy es el IV domingo de Cuaresma al que la Iglesia llama "Domingo Laetare" porque está cerca la Pascua, ya está muy adelantada la Cuaresma y la Eucaristía comienza con estas palabras: "Laetare Jerusalem", Alégrate, Jerusalén. Se permite al sacerdote vestir de rosa, en vez de morado y la liturgia tiene un carácter más alegre. De hecho, la palabra ALEGRÍA se repite varias veces en las lecturas.

Y en esta ocasión el evangelio nos relata la curación del ciego de nacimiento y su sencilla confesión de fe: Creo, Señor. Alegría por su conversión y su curación.

Nosotros vemos con los ojos corporales, pero a veces somos ciegos con los ojos de la fe. Creamos con alegría, no estemos ciegos a los dones de Dios en nuestra vida. 

Miremos un poco más profundamente dentro de nosotros y veremos que podemos dar  gracias a Dios con alegría por todo lo que nos da. Seamos apóstoles de la alegría.





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