lunes, 10 de junio de 2019

MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA


Jn 19, 25-34


Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».

Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.


MADRE DE LA IGLESIA


Hace dos años que la Iglesia celebra especialmente en este día a María como Madre de la Iglesia. No podría haber día mejor.



Ayer celebramos Pentecostés, el comienzo de la andadura de la Iglesia ¿ y quién mejor para cuidarla y custodiarla que una Madre?



María, Madre de Jesús, testigo de ese comienzo y compañera del Espíritu, nos anima a seguir en la tarea de expandir hasta el confín de la Tierra el nombre de su Hijo y de la Iglesia.

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