viernes, 7 de junio de 2019

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS


Jn 20, 19-23


Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».


PENTECOSTÉS

En este día tan grande en la Iglesia donde celebramos la venida del Espíritu santo las lecturas de la Eucaristía de hoy son para meditar días y días. Nos dice san Pablo en su Carta a los Corintios algo que nunca deberíamos olvidar en la vida de la Iglesia, estemos donde estemos llevando el evangelio: sacerdotes, consagrados o laicos. 

Todos nosotros tenemos una misión que vivir y ofrecer. Porque hay diversidad de carismas, pero solo un Espíritu, que es el que los anima a todos y el que los ha inspirado todos. Nos hay nadie que sobre, no hay nadie que no pueda hacer nada. Todos en le Iglesia tenemos diversos ministerios y actuaciones, pero hay un mismo Dios que obra todo en todos.

Él es el que obra, Él es el que hace que todo funcione. Con los dones del Espíritu sembramos amor y recogemos el ciento por uno. Sembrar Espíritu, sembrar para el bien común. Así todos, bebiendo de un mismo Espíritu, haremos más hermosa la Iglesia.



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