viernes, 25 de marzo de 2022

LA MULTITUD SE QUEDÓ ADMIRADA

 Lc 11, 14-23

En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:
«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. El, conociendo sus pensamientos, les dijo:
«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y se cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra si mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

LA MULTITUD SE QUEDÓ ADMIRADA

Quizá sea la reacción más sensata al ver las obras de Dios en nuestras vidas y en las de nuestros hermanos.

Admiración, una mezcla entre sorpresa y agradecimiento, gratitud. Así deberíamos vivir siempre en relación con Dios.

Así como los niños, así como nos quiere Dios.

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