martes, 2 de agosto de 2022

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Lc 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?»
Y les dijo
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha.
Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.
Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mi mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”
Así será el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

GUARDAOS DE TODA CLASE DE CODICIA

La codicia es todo lo contario a la generosidad. Los cristianos deberíamos destacarnos por ser generosas en todo tiempo, lugar y situación. De ahí que Jesús hoy nos dice que nos guardemos de toda codicia.

Ser codicioso es algo feo, es no compartir, es un no ser con los otros, es querer ser más que los demás a toda costa. En una palabra, lo contario a una existencia cristiana coherente.

No seamos codiciosos. La generosidad que tuvo Jesús durante su vida y su Muerte debe ser ejemplo a seguir por todos nosotros. Por eso, guardaos de toda clase de codicia. 

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