domingo, 15 de mayo de 2016

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS


Jn 20,19-23


Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»


RECIBID EL ESPÍRITU SANTO


En el día grande que celebramos hoy, Pentecostés, debemos recordar que el Espíritu es el dulce huésped del alma, que sólo viene a hacernos bien. Abrámosle siempre las puertas, pidámosle consejo.

Cuando oremos, no prescindamos de Él, Quiere ser nuestro gozo, nuestra paz, nuestro amigo, quiere habitar en nosotros, ser el guía de nuestra vida. Quiere grabar en nuestro corazón el amor de Cristo. 

Por eso podemos descansar en Él con confianza y amor. Abramos el corazón al Espíritu, dejemos que lo cure, lo renueve, lo recree. Sólo Él puede hacernos nacer de nuevo. ¡Ven, Espíritu Santo!




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