viernes, 4 de noviembre de 2016

EL ADMINISTRADOR INJUSTO

 Lucas 16, 1-8

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acosaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí: "¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa".
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió: "Cien barriles de aceite."
El le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?"
Él contestó: "Cien fanegas de trigo."
Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz».



Y TÚ, ¿CUÁNTO DEBES?


Esta es la pregunta que el administrador injusto del evangelio de hoy hacía a sus deudores. Y llama la atención que, siendo injusto, tenga palabras de alabanza de parte de Jesús.

Y es que Jesús no alaba esa injusticia, sino que nos avisa de que los hijos  de este mundo son más astutos que los hijos de la luz. 

Debemos ser astutos en cómo llevamos el evangelio a los demás. Ser astutos al hablar de Dios a nuestros hermanos y hacer que la misericordia se extienda por todo el mundo. 




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