viernes, 11 de agosto de 2017

SE CURÓ EL NIÑO

Mt 17, 14-20

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre que, de rodillas, le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo».
Jesús tomó la palabra y dijo: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo».
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Les contestó: «Por vuestra poca fe. En verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría. Nada os sería imposible».


NADA OS SERÍA IMPOSIBLE

Jesús nos habla hoy de la fe, de la fuerza de la fe. Creer lo que no vemos es difícil, casi a veces imposible, nos parece incluso inalcanzable.

Pero con fe, como nos dice hoy el evangelio, nada nos sería imposible. Fe es confianza, fe es saber que se puede alcanzar lo que a los demás les parece inalcanzable.

Tener fe como para  mover montañas, como nos dice hoy Jesús, debería ser una de las grandezas de nuestra vivencia profunda del cristianismo. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.