sábado, 19 de agosto de 2017

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mt 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mi, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó: «Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo: «Señor, ayúdame».
Él le contestó: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.


SEÑOR, AYÚDAME

En este domingo en que la liturgia nos sigue regalando pasajes del evangelio de san Mateo nos encontramos con la historia de la mujer cananea que mendigaba compasión para si hija a los pies de Jesús.

Y Él, en principio, con su respuesta parece que rechazó ayudarle. Solo era su pedagogía divina puesto que la mujer no se rindió y le volvió a insistir con más razones.

El ejemplo de esta mujer nos debe llevar a insistir una y otra vez ante el Señor de la Misericordia en todo aquello que le pidamos y deseamos conseguir. Señor, ayúdanos.



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