jueves, 17 de agosto de 2017

UNA SOLA CARNE

Mt 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».
Él les respondió: « ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron: « ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla? ».
Él les contestó: «Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer - no hablo de unión ilegítima - y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le replicaron: «Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».
Pero él les dijo: «No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».


¿NO HABÉIS LEÍDO...?

Hoy Jesús nos "tira un poco de las orejas". Porque para entender el Nuevo Testamento es necesario conocer, aunque sea mínimamente, el Antiguo.

Los judíos conocían bien las Escrituras. Jesús les hizo una pregunta retórica. ¡Claro que Él sabía que lo habían leído! Por eso, si las conocían, no entendía cómo no comprendían lo que les anunciaba.

Y nosotros, ¿hemos leído el Antiguo Testamento? ¿Y lo hemos entendido? ¿Y lo hemos orado? Orar con las Escrituras es una forma entrañable de hacer oración. Oremos hoy con las Escrituras y ofrezcamos su fruto en nuestra vida diaria. 



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