miércoles, 7 de febrero de 2018

ERA PAGANA

Mc 7, 24-30

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.

Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.

La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.

Él le dijo: «Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella replicó: « Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».

Él le contestó: «Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».

Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.


NO LOGRÓ OCULTARSE

Jesús seguía haciendo milagros, seguía haciendo el bien y ya era bastante conocido por sus contemporáneos, por eso, no podía ocultarse.

Y es que, el bien, siempre está patente a los ojos de los demás, el bien no puede ocultarse. Y menos si lo hace Jesús.

Nosotros debemos también hacer siempre el bien, no por lucirnos, sino por seguir el ejemplo del Maestro. Y el bien que hagamos, por más que lo intentemos ocultar, siempre brillará. Hagamos que el mundo brille. 


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