viernes, 2 de febrero de 2018

VENID

Mc 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

ERAN TANTOS LOS QUE IBAN Y VENÍAN
En verdad, son y somos tantos los que vamos y venimos que muchas veces no caemos en la cuenta de la grandeza de compartir con los hermanos.
Acaparados por tantas y tantas cosas que nos hacen no ver las preocupaciones de los demás, pasamos la vida como si lo importante no importara.
Por eso, agrandemos el corazón y, a todo aquel que vaya o venga, hablémosle de Jesús con nuestras palabras o nuestras obras para que todos nos sintamos hijos de un mismo Dios. 


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