jueves, 8 de febrero de 2018

TODO LO HA HECHO BIEN

Mc 7, 31 37
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
El, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», (esto es: «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
A SOLAS
Hoy el evangelio nos cuenta el milagro de Jesús en el que le devuelve el oído a un sordo. Lo apartó de la gente y, a solas con él, hizo el milagro.
Y es así. Muchas veces Jesús hace milagros con nosotros "a solas", cuando estamos corazón a corazón con Él, en la intimidad de la oración.
Allí nos hace ver y oír, nos abre los sentidos del alma para entender y aceptar, para amar más y servir mejor a todo aquel que no oiga ni vea.


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