domingo, 4 de febrero de 2018

LE LLEVABAN LOS ENFERMOS

 Mc 6, 53-56
En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.
Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.
En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

LA ORLA DE SU MANTO
Los contemporáneos de Jesús que creían en Él, ante las multitudes que le seguían, se conformaban con tocarle la orla del manto.
Nosotros, que no podemos verle cara a cara, podemos verle de otras maneras: en la Eucaristía, en los hermanos, en la oración,... que para nosotros es como tocar un poco de la orla de su manto.
Vivimos en constante nostalgia por poder disfrutar de la eterna compañía de nuestro Dios. No dejemos de sentir nunca esa nostalgia que nos hará vivir en una esperanza activa. 


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