miércoles, 14 de febrero de 2018

JUEVES DESPUÉS DE CENIZA

Lc 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?»

SER DESECHADO
Jesús les dijo a sus discípulos que sería desechado por las autoridades de su pueblo. Parece una broma de mal gusto que el mismo Dios fuera desechado por los hombres.
Aunque a lo largo de los siglos Jesús ha sido desechado, de una manera u otra, por los hombres. Y Dios sigue amándonos como el primer día. 
Como nos ha dicho el Papa Francisco, "tenemos que latir con el palpitar del Corazón de Cristo". No sigamos desechándolo. "¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?"


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