viernes, 8 de junio de 2018

INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Lc 2,41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que le dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.

SU MADRE CONSERVABA TODO ESTO EN SU CORAZÓN
Hoy celebramos el Inmaculado Corazón de María, ese corazón de Madre en el que cabemos todos como hijos suyos, inmaculado como Ella.
Y allí lo conservaba todo, y allí están presentes todas nuestras necesidades para que María las presente a Dios.
Corazón de Jesús, Corazón de María. Madre e Hijo que nos aman. Madre e Hijo a los que siempre podemos acudir sabiendo que seremos atendidos. 

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