domingo, 3 de junio de 2018

UN HOMBRE PLANTÓ UNA VIÑA

 Mc 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó un torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo azotaron y lo despidieron con las manos vacías. Les envió de nuevo otro criado; a éste lo descalabraron e insultaron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, a los que azotaron o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo amado. Y lo envió el último, pensando “Respetarán a mi hijo”.
Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia".
Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, hará perecer a los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto de la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?».
Intentaron echarle mano, porque comprendieron que había dicho la parábola por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

¿NO HABÉIS LEÍDO AQUEL TEXTO DE LA ESCRITURA...?
Jesús en el evangelio de hoy nos relata la parábola de la viña y los labradores. Para que le entendieran mejor los que tenían dudas, preguntó: ¿No habéis leído aquel texto de la Escritura...?
Y es que, como dice la sabiduría popular, todo está inventado. O como dice la misma Escritura, "no hay nada nuevo bajo el sol".
La Escritura no puede enseñar muchas cosas y darnos muchas lecciones. No dejemos de escudriñarla y de profundizar en ella. Así profundizaremos en el conocimiento de Dios.


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