martes, 13 de junio de 2017

BIENAVENTURADOS

 Mt 5, 1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».

LAS BIENAVENTURANZAS
Las bienaventuranzas son la tierra sobre la que crece nuestro ser cristiano y las que nos alimentan para dar frutos de buenas obras.
Ser mansos, misericordiosos, limpios de corazón... debería ser la meta a la que dirigirnos cada día para vivir con autenticidad y coherencia.
Y alegrarnos y regocijarnos cuando lo demás no entiendan nuestra forma de actuar. Nos dice Jesús que nuestra recompensa será grande. Y Él no miente.


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