jueves, 30 de agosto de 2018

AL ENCUENTRO DEL ESPOSO

Mt 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: ¨¡ Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas".
Pero las prudentes contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis".
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: "Señor, señor, ábrenos".
Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco".
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

NO SABÉIS EL DÍA NI LA HORA
Dejar la vida en manos de Dios, pero toda la vida, no a trocitos implica una fe sin condiciones en el Padre, abandonados absolutamente a su Voluntad.
Así, aunque nos sepamos el día ni la hora en la que nos saldrá al encuentro para darnos el mayor abrazo de amor, confiaremos en que será el mejor día y la mejor hora.
Amar e confiar y confiar en Dios es confiar en el Amor mismo. Nada es imposible para Él y nada puede salir mal si nis dejamos en sus manos.


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