sábado, 18 de agosto de 2018

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Jn 6,51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE
En este domingo la liturgia sigue ofreciéndonos "el discurso del Pan de vida" en el que nos da una catequesis sobre la Eucaristía.
Y es Él quien nos habla de Pan, Vino, Carne, Sangre hablando de la suya y aun así hay quien no cree en la Eucaristía, el milagro cotidiano al que asistimos casi sin darnos cuenta.
Somos unos privilegiados que comemos su carne y bebemos su sangre. Vivámoslo así, como un privilegio y la Eucaristía tendrá un nuevo significado para nosotros.


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