lunes, 27 de agosto de 2018

LA OFRENDA O EL ALTAR

Mt 23, 13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"? ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga". ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».

¡AY DE VOSOTROS!
Nos puede llegar a sorprender esta frase de Jesús por parecer que está amenazando. Pero simplemente está avisando de lo que podemos acarrear a nuestra vida con nuestros actos.
Lo que hacemos o decimos tiene consecuencias y de ello tenemos pruebas a diario. Solo hace falta que esas consecuencias sean buenas porque nuestros actos hayan sido coherentes con nuestra fe.
Procuremos que nuestros actos sean lo suficientemente elocuentes como para que nuestro ejemplo arrastre a quien nos vea a colaborar a que el Reino se haga realidad. 


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