sábado, 25 de agosto de 2018

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Jn 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, a ¿quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

¿TAMBIÉN VOSOTROS QUERÉIS MARCHAROS?
La liturgia de este domingo nos trae una de las preguntas más directas que le hizo Jesús a sus discípulos y que también nos podemos aplicar a nosotros mismos. 
El discurso sobre el Pan de Vida asustó a muchos y dejaron de seguirle. Otros le siguieron con más fuerza y más fe. 
"¿También vosotros queréis marcharos?" Impresiona esa pregunta. ¿Qué responderíamos ante esa mirada de Jesús? 


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