jueves, 9 de agosto de 2018

SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ

Mt 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámpara y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes. “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

LA CRUZ
Hoy celebramos la memoria de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, copatrona de Europa. Judía de nacimiento, se convirtió al cristianismo y más tarde ingresó en el convento de Carmelitas de Colonia.
Tuvo un especial amor a la Cruz, como debemos tener todos los cristianos. Y es que, de la Cruz nacieron todos  nuestros beneficios, de la Cruz nos llegó la salvación.
La Cruz, para un cristiano, no tiene tintes negativos, al contrario. Debe ser nuestra premisa y nuestro mayor orgullo, a la que debemos tener como aliada en esta vida, como tantos santos en la historia de la Iglesia. 

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