sábado, 12 de enero de 2019

Y BAUTIZABA

Jn 3, 22-30
En aquel tiempo, fue Jesús con sus discípulos a Judea, se quedó allí con ellos y bautizaba.
También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había allí agua abundante; la gente acudía y se bautizaba. A Juan todavía no le habían metido en la cárcel.
Se originó entonces una discusión entre un judío y los discípulos de Juan acerca de la purificación; ellos fueron a Juan y le dijeron: «Rabí, el que estaba contigo en la otra orilla del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ese está bautizando, y todo el mundo acude a él».
Contestó Juan: «Nadie puede tomarse algo para sí si no se lo dan desde el cielo. Vosotros mismos sois testigos de que yo dije: “Yo no soy el Mesías, sino que me han enviado delante de él." El que tiene la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz del esposo; pues esta alegría mía está colmada. Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar».

ÉL TIENE QUE CRECER
Siempre. Siempre Jesús tiene que crecer, en nuestra vida, en nuestras vivencias, en nuestro corazón. También en la sociedad, en el trabajo cotidiano.
Depende de nosotros si Él crece ne nuestro interior. Cuanto más le conozcamos, más crecerá y más podremos hacer que crezca en los demás.
Juan prosiguió: "Y yo tengo que menguar". Porque el importante en Jesús, no nosotros. Si Él crece, nuestra alegría estará colmada.




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