martes, 10 de enero de 2017

EL SANTO DE DIOS

Mc 1, 21-28

En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros, contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.


UNA ENSEÑANZA NUEVA


Jesús vino a enseñarnos algo nuevo: "Habéis oído que se dijo..., pero yo os digo". Dios es esa belleza siempre antigua y siempre nueva, como decía Agustín.

Esa novedad es la que llamaba la atención en su tiempo, enseñaba con autoridad. El Señor de cielo y tierra, a quien el viento y el mar obedecen, también su palabra emanaba con la misma fuerza.

Enseñanza nueva, Testamento nuevo suena a vida nueva y renovada, asentada en el amor de Dios. Vida cristiana que brota de un corazón en el que Cristo sembró la buena y nueva semilla. 





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