jueves, 12 de enero de 2017

SE QUEDABA FUERA, EN LUGARES SOLITARIOS

Mc 1, 40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que sirva de testimonio».
Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a el de todas partes.


ACUDÍAN A ÉL DE TODAS PARTES

El evangelio de Marcos, que vamos siguiendo en este año litúrgico, nos va mostrando ya la vida pública de Jesús en la que siempre pasaba haciendo el bien.

En esta ocasión nos relata que curó a un leproso que le suplicó de rodillas que si quería, podía curarle. Al momento Jesús le curó. Lo quiso y se hizo. 

No es extraño que acudieran a Él de todas partes. Vayamos también nosotros a Él y pidámosle que nos cure interiormente de todo lo que nos separe de su Corazón.



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