miércoles, 18 de enero de 2017

EXTIENDE LA MANO

Mc 3, 1-6

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio».
Y a ellos les pregunta: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano».
Lo extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.


ELLOS CALLABAN


El evangelio de hoy nos cuenta que los fariseos y los herodianos se aliaron para acabar con Jesús. Espiaban sus pasos, sus palabras y sus obras para pillarlo en algún fallo y tener una excusa para acusarle.

Pero Jesús hizo un milagro, restableció la mano a un hombre que la tenía paralizada y lo hizo en sábado. Tenían la excusa perfecta. Pero su pregunta les dejó callados. ¿Qué es mejor: hacer lo bueno o lo malo?

Tuvieron que callar porque no tuvieron cómo responderle. Pero su rabia les llevó a pensar cómo matarle. Jesús solo hacía el bien y por eso querían que muriese. ¡Qué contradicción! Cuando veamos que alguien hace el bien, no callemos, ni queramos el  mal para esa persona, sino que alabemos a Dios por el bien que hace. 



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