viernes, 27 de octubre de 2017

FIESTA DE SAN SIMÓN Y SAN JUDAS

Lc 6, 12-19
En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura, con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

PASÓ LA NOCHE ORANDO
En el día en que celebramos a los apóstoles Simón y Judas el evangelio comienza diciendo que Jesús subió al monte y pasó la noche en oración.
¡Qué importante es en nuestra vida cristiana tener una fuerte y arraigada oración! Y no es tan difícil. Orar es hablar con Dios de lo cotidiano y de lo extraordinario, como hablamos con un amigo.
No es tan costoso encontrar un rato diario para encontrarnos con el mejor de los amigos y pasar un rato en su compañía, para que Él nos dé fuerza y valor para seguir adelante. 


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