lunes, 23 de octubre de 2017

TENED CEÑIDA VUESTRA CINTURA

Lc 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y , acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos».

LES IRÁ SIRVIENDO
Nadie hubiera podido imaginar un Dios que fuera hombre. Nadie hubiera podido imaginar un Dios que naciera pobre. Nadie hubiera podido imaginar un Dios que muriera por nosotros.
Pero Él lo hizo porque la humildad es la señal de los grandes. El evangelio de hoy nos dice que si el Señor nos encuentra en vela, haciendo lo que tenemos que hacer, nos hará sentar y nos irá sirviendo.
¿Un Dios que nos sirve la mesa mientras nosotros estamos sentados? No lo hubiéramos podido imaginar nunca. Pero Él cumple lo que promete.


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