jueves, 24 de mayo de 2018

SEGÚN COSTUMBRE, LES ENSEÑABA

Mc 10, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordanía; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba.
Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba: «¿Le es licito a un hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
El les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

LE PREGUNTABAN PARA PONERLO A PRUEBA
Hoy hemos escogido esa frase del evangelio como cabecera a este comentario porque, a dos mil años vista, nos puede parecer graciosa.
Poner a prueba a Jesús, a Dios, que es omnipotente, omnisciente,... Pero, pensándolo bien, también nosotros, en ocasiones, queremos ponerlo a prueba.
Algo habremos aprendido después de veinte siglos, algo habremos conocido de su Providencia y su Amor hacia nosotros, de su Misericordia. Por ello, no pongamos a prueba su lealtad hacia nosotros.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.