viernes, 27 de julio de 2018

CIENTO, SESENTA, TREINTA

Mt 13, 18 23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros, pues, oíd lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.
Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ese da fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno».

TIERRA BUENA
Hoy el evangelio nos habla de la parábola del sembrador y la buena tierra. Una parábola entrañable, porque, al oírla o leerla, todos nos identificamos con la tierra buena. 
Y así debe ser. Tenemos que ser tierra buena para que el evangelio dé fruto, en primer lugar, en nuestro corazón. Solo así podrá dar fruto en los demás.
Seamos siempre tierra buena en la que el evangelio dé fruto. Seamos siempre tierra buena en la que Cristo sembrador nos encuentre preparados y limpios para que que la Palabra sea fecunda en nosotros.


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