lunes, 30 de julio de 2018

LOS DISCÍPULOS SE LE ACERCARON

Mt 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.
Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

OÍR
Jesús en el evangelio de hoy pone el acento en oír. ¿Cuántas veces al día decimos "oye", "óyeme"? Pero, ¿oímos realmente?
Oímos muchos ruidos al día, ruidos que deshumanizan, que no nos llegan al corazón. Y esos ruidos no nos ayudan a ser mejores.
Procuremos que todo aquel que nos oiga, dé gracias a Dios por nosotros y por lo que ha oído de nosotros. Procuremos que todos nos oigan hablar de Dios.


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