lunes, 9 de julio de 2018

NUNCA SE HA VISTO COSA IGUAL

Mt 9, 32-38
En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló.
La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual».
En cambio, los fariseos decían: «Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

LA MIES
Muchas veces admira la pedagogía de Jesús en encontrar metáforas y parábolas para explicarnos el Reino. Una de sus mejores metáforas fue la de la mies.
De ella habla hoy el evangelio. La mies que se siembra, crece sin que el sembrador sepa cómo, la regamos y, cuando está madura, se cosecha.
Es la mies del mundo la que Jesús nos encomienda cuidar, sembrar, regar y cosechar. Somos sembradores de la buena noticia. 



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