martes, 11 de septiembre de 2018

PASÓ LA NOCHE ORANDO

Lc 6, 12-19
En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelotes; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

VENÍAN A OÍRLO
Al comienzo de la predicación de Jesús una gran muchedumbre iba a oírlo. Ante la expectativa de la llegada del Mesías la curiosidad ante su presencia en Israel crecía.
Hoy, aquí y ahora, dos mil años después Jesús no genera esa curiosidad ni ese entusiasmo. Muchas veces ni siquiera en los que le seguimos.
Ellos iban a oírlo. Quizá lo que nos falta es eso: oírlo. Y donde mejor se le oye es en su Palabra y en la oración. Es tarea nuestra. 

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